Entre los 10.500 deportistas participantes en los Juegos, solo 329 se irán de París 2024 con una medalla de oro. Si se abre la lente a todos los escalones del podio, los medallistas serán algunos más de 1.000, teniendo en cuenta que hay deportes de equipo, que algunos dan dos bronces y que hay deportistas que ganan más de un metal.
Aproximadamente obtendrán medalla un 10 % de los inscritos. Lo normal, por tanto, es perder. Nueve de cada diez olímpicos serán, en el sentido literal de la palabra, unos perdedores. Y cada uno perderá a su manera.
Desde las lágrimas a la autocrítica más feroz, pasando por el conformismo o la promesa de un mejor resultado en la próxima ocasión, cualquier reacción es comprensible tras la decepción de la derrota.
Un momento muy duro
“Momento durísimo, no duro. Hace unos años pasamos a la final en Tokio y ahora ni a semis. A veces uno lucha con todo lo que tiene, renuncia a la familia y amigos por un sueño pero la vida te pega una bofetada y te tira al suelo”, fue la contundente respuesta del atleta Adrián Ben a su adiós en los 800 m en París.
En similares términos y casi simultáneamente, aunque a más de 700 km, en Marsella, se expresó el regatista Jordi Xammar tras fallar, junto a Nora Brugman, en su ataque al podio en la clase 470.
“Es un momento muy duro, pero los deportistas sabemos que el deporte tiene también la cara difícil y hoy por desgracia nos toca vivirlo a nosotros”, dijo el campeón del mundo. “Nos hemos entregado el doscientos por cien en esta campaña olímpica y cuando lo das todo no estás obligado a más”.
Procesar la derrota
El bloqueo emocional y la incomprensión es otra de las formas más comunes de asimilar un mal día, como experimentó Adriana Cerezo el miércoles.
“Estoy un poco ciegas, sin sensaciones claras de lo que ha pasado en el combate. No me he encontrado, no he hecho el trabajo que tenía que hacer”, expresó la karateca, que quedó fuera del podio pese a llegar como aspirante a repetir la medalla que ya ganó en Tokio 2020.
Con incredulidad encajó el judoca Niko Shera su derrota en los Juegos de París, similar a la de Tokio 2020, cuando también era campeón del mundo y no pudo trasladar su hegemonía al escenario olímpico.
“No es por faltarle a ningún competidor, pero estaba muy bien preparado para que nadie me hiciese nada. Realmente así era mi sensación”, expresó cuando fue eliminado.
“Quizá sea a veces demasiado perfeccionista. Pero no puedo dominarlo todo”, asumió.
Derrota, no fracaso
“¿A qué le llamamos fracaso?”, se preguntó la campeona del mundo de fútbol Jenni Hermoso tras caer ante Brasil en la semifinal olímpica.
“En esta vida no vas a conseguir todo lo que te propones. El fútbol es así, un día estás arriba y otro abajo. Intentas dar el máximo, pero no hemos estado bien”, admitió la madrileña, que, como sus compañeras, se refugió en la esperanza de ganar al menos una medalla de bronce.
Diploma olímpico
Otra posible medalla que se escapó, la de Ray Zapata, no supuso para el gimnasta un gran disgusto, a juzgar por su reacción posterior y la regañina amable que propinó a los medios de comunicación por no dar valor a un diploma olímpico.
“Estoy muy contento con lo que he hecho. Hace dos meses estaba con una bota puesta”, dijo en referencia a una reciente lesión. “A día de hoy estoy aquí en una final olímpica. Preparar unos Juegos con solo dos meses, es bastante complejo. Pero he creído en mí, me llevo un diploma”, afirmó.
Víctima de un sarpullido en los días previos a la final de suelo, comentó que había “tirado de una autoconfianza un poco falsa” para levantar la cabeza.
Afrontar la derrota con autocrítica
Si un equipo ha degustado el sabor amargo de la derrota en París, ese ha sido la selección española femenina de balonmano, que se marchó del torneo con cinco derrotas en otros cinco partidos.
Lara González, capitana de ‘Las Guerreras’, afirmó que era “el momento de poner los pies en el suelo y de hacer autocrítica tanto individual como a nivel de equipo”.
“Si quieres estar en unos Juegos tienes que dar mucho más, el cien no vale, hay que dar el 200”, añadió, tras reconocer que ya la clasificación fue milagrosa y que en el último partido, ante Francia, salieron “un poco cagadas”.
La victoria en el futuro
El mejor ejemplo de cómo intentar borrar una derrota con la promesa de una victoria lo dieron los remeros Rodrigo Conde y Aleix García, quintos en doble scull como colofón a un ciclo en el que habían sido subcampeones mundiales y europeos.
“No hay mucho que analizar”, dijo Conde. “Consideramos que ha sido una regata muy buena de principio a fin (…). Ahora hay que analizar en frío dónde estamos y hacia dónde queremos ir, que es hacia el oro olímpico”.
Su compañero Aleix García se unió al deseo de su compañero y aseguró: “En Los Ángeles va a caer cien por cien”.
Porque lo normal es perder, solo quien ha ganado todo expresó mejor que nadie lo que queda cuando se cierra una puerta: “Lo único que he sentido realmente es agradecimiento”. Palabra de Rafael Nadal.